El día por la Despenalización del Aborto fue acordado en el V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe en 1990, en el que se consideró las complicaciones que trae el aborto inseguro y clandestino para las mujeres, y, además, centrado en la capacidad de decisión y autonomía que tenemos sobre nuestros cuerpos.

Exposición Laura Rodig “Lo que el alma hace al cuerpo, el artista hace al pueblo” del Museo de Bellas Artes, curado por Gloria Cortés Aliaga.

Esta problemática de salud y social ha estado presente de manera transversal en la historia del movimiento feminista, pues se relaciona a las condiciones en que las mujeres tienen embarazos no planificados o no deseados.

Ya en 1930 se había vuelto una preocupación a partir de los ingresos hospitalarios por abortos en Santiago y es en 1936 a partir de una convención de médicos en Valparaíso que se recomienda su legalización y su urgencia como política pública en salud.

Dentro del programa del MEMCH el “orden biológico” estaba por “emancipar a la mujer de la maternidad obligada, mediante la divulgación de métodos anticoncepcionales y por una reglamentación científica que permita combatir el aborto clandestino que tan graves peligros encierra” (La Mujer Nueva, Año I(1), 1935).

Para las Memchistas el aborto es una problemática que supera el orden individual pues si una sociedad no es capaz de dar condiciones mínimas tanto a las mujeres como a los/as niños, es una sociedad que no permite la maternidad plena:

“Así mientras no llegan días mejores en que se le pueda proporcionar a la madre obrera todos los cuidados dignos de la majestad de su caso, mientras no se le asegure el pan, el techo para el abrigo para ella y para su hijo, mientras la maternidad constituya una maldición para la mujer y para la sociedad, un desfile de pequeñas criaturas desde el vientre materno al cementerio, nosotras vamos a propiciar el aborto legal y vamos a secundar ampliamente la labor de los médicos en tal sentido. Nuestra consigna debe ser “que la madre trabajadora tenga tan sólo los hijos cuya posibilidad de vivir esté asegurada” (La Mujer Nueva, Año I(4), 1936).